domingo, mayo 30, 2010

Los declaro vauquita y mujer.

Nunca había tenido suerte en el amor. Las estaciones pasaban, una atrás de la otra, y mi vida sentimental seguía sin encontrar su rumbo. Había perdido toda la fe: nunca iba a encontrar a esa otra mitad significante para mí, estaba resignada a vivir lo que quedase del camino en soledad.
Llegó un punto en mi vida, que hundida en una profunda depresión, decidí tomar el camino fácil: entregarme a los vicios. Es así como me volví azucariómana. Consumía kilos y kilos del grano blanco cristalizado. No podía visitar café o bar sin robarme todos lo sobrecitos que me fuesen posible, así como tampoco visitar amigos sin querer lamer sus cucharas una vez que terminaban de revolver su te.

Mi vida se desmoronaba, mi ropa se hacía jirones gracias a los kilos que había engordado y estaba hecha una yonki de la glucosa. Varias veces fui ingresada a las guardias de los hospitales en un coma diabético. La última vez fue la peor, y es ahí donde el Estado decidió enviarme a una clínica de rehabilitación.

Pasé meses alejada del vicio, conociendo gente. Sus cuerpos, de los cuales cada uno cargaba un diferente grado de severidad adictiva, se apilaban uno atrás del otro, sea para ir al baño, para ir a buscar la comida o para asistir a las terapias grupales. Nunca pensé que podría ser así, pero puedo afirmar que estas últimas cambiaron mi vida. Ahí lo conocí. Su cuerpo era marrón y cuadrado. No podía evitar mirarlo sin querer lamer cada centímetro de su azucarado cuerpo. Era una Vauquita, la tableta de dulce de leche, que performaba como orador en las terapias grupales, intentando mostrarnos como vencer la tentación. También era sponsor de muchos de nosotros.
Y ahí me tocó a mi. El me ayudaba a mantenerme al límite de la tentación y yo iba enamorándome de a poco. Día a día, minuto a minuto, se iba transformando en una obsesión. En un momento todo fue demasiado para nosotros, perdimos la cabeza.

Salí de rehabilitación y me fui a vivir a su departamento: una caja amarilla y marrón, decorada con dos vacas pintadas en blanco sobre la pared. Era un monoambiente, pero acogedor. Vauquita, la tableta de dulce de leche perdió su trabajo, pero poco le importó. El amor era más fuerte.
Al tiempo nos casamos y el cura vivó: "los declaro vauquita y mujer". Nos fuimos de Luna de Miel, no importa donde. Es lo menos importante del relato.

Lo que si tiene relevancia, la verdadera relevancia, es que el zorro no cambia sus mañas. Sucedió todo a la semana de estar viajando. No pude resistirlo: comí a mi marido a pedazos. Fue mientras dormía. No pude soportar su azucarado cuerpo, rectangular, marrón, cargado del dulce de leche más excitante alguna vez creado por el hombre. Lo devoré, pedazo a pedazo. El parecía estarme agradecido.

Decidí no volver. Viajé por el mundo, bajó mi nueva identidad: una viuda negra. Me casé con chupetines, chicles, tuve sexo con Bananitas dolcas y Marshmellows. Todos tuvieron el mismo final: una petit mort literal. Sólo estaba con ellos para devorarlos a pedazos y saciar mi instinto de azúcar.

Estoy escribiendo mi declaración final. Evidentemente, estaba destinada a vivir el resto del camino en soledad. La policía aun no me ha encontrado.



30 comentarios:

Nahuel Coca dijo...

Cuerpo cuadrado y marrón? Me trae recuerdos mojados de una noche de verano.
Yo estuve rosqueando un tiempo con una rueda de Mecano. "Sos muy hexagonal", le decía yo. "Vos sólo me querés para una cosa", me decía ella cada vez que me veía enroscado. Un día caí sin avisar y me estaba engañando con una arandela. La golosina me salió torta. Me la comí, pero ya no me la como más. Fue dulce mientras duró.

Nacho Cortés dijo...

no me gusta la bauquita... demasiado empalagoza

mandrake el vago dijo...

El alfajor vauquita es lomás! y el vauquita de capuccino? ahhhh... (homero mode)

PD: Marshmalow! =) =)

||descascarado dijo...

una dulzura lo suyo, bah

El alter ego de Mabel dijo...

reconozco un patrón de conducta propio. me pasa con la harina refinada. me pregunto si me pasará lo mismo con la querida bola de fraile.

El Pol dijo...

Escenas del próximo capítulo:
m. conoce a un bombón que se parte al medio... y lo termina partiendo en ocho!

Anónimo dijo...

Desde que vi la nueva publicidad del alfajor Vauquita, decidí nunca mas probar nada de esa marca.
Es una patada en los huevos kinder esa publicidad.

Estupido dijo...

Cuando estoy muy bajoneado por la vida, como vauquita. Es lo mas. Mi prima, también, comía vauquitas; ahora no se que hace porque no la estoy controlando, debiera apretar las clavijas, pero la muy puta es escurridiza. Algún día va a entender que es por su bien, ponele.

La loca de Mierda dijo...

me siento tan identificada con esta historia... ahora que lo decis quizas yo tmb sea una de esas viudas negras...

besos mujer!

Revolución En Los Corazones dijo...

que riiiico, aunque siempre me gustaron más las de frutilla! bah, si estamos hablando de la misma golosina, no? y los marshmellows LA ROMPEN♥

SoLciTo* dijo...

Haaaaaaaayy que lindo AMOR!!
de ese si lo conocí (y lo sigo disfrutando, nada de compartirrr eehh)

Oli! dijo...

NOOOOOO!!!!!!!! Una Mantis Religiosa (?) de golosinas!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A mi poneme un sangucheee (bien argento) de salame y queso y le doy all night lonnnggg como Lionel Richiee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Si querés veni a casa que vas a estar a salvo, pero llegás a tocar UN milímetro de mis Bon o Bones y te delato!

Belu.M dijo...

Yo conocí a su hermano, era un poco más redondo y regordete, pero entiendo lo que te encantó de él... en escencia son lo mismo :)
Vauquita ♥

Un beso :)

QSUM dijo...

La bananita dolca es mi media naranja ♥

Jennifer Amapola Banfrula dijo...

perfecto! clap, clap,
Estupenda forma de alimentar la soledad

M. de Floresta dijo...

Me identifico con todo en un todo, pero lo de la bananita dolca, que quiere que le diga... me impresionó!
Igual, como vicio, es uno de los mejorcitos, eh?
Me quedo por acá cerca, para seguir leyendo.

Besu!

Zeithgeist dijo...

Aguante el alfajor aguila

Julián dijo...

Jaja! Genial.

mandrake el vago dijo...

y? probó el alfajor vauquita capuccino? ;) :)

Desencantada dijo...

Y si probas con un hombre salado?...

Cima dijo...

buenisimo relato
espero que no tengas diabetes

Anónimo dijo...

Muy bueno

Tomás Münzer dijo...

"Esa vaca tiene mu, esa vaca tiene mu..." Es esa no¿? Ya con esa propaganda me sacaron las ganas de comprarlo al alfajor, aunque esté rico.

m. dijo...

No saben lo que es el muffin.

Oxitocina dijo...

MAS QUE AZUCARL EL CHOCOLATE, TIENE DOPAMINA!

||descascarado dijo...

refresh? ja mira quine escribe...

Ausencia Silenciosa dijo...

Jajajajaja :) Creo que dentro de poco yo me caso con una Hersheys, si no te molesta!

Excelente entrada!

Hijo De Puta dijo...

este blog es mogolico y el diseño es para matarse

best online pharmacy dijo...

I wana congratulate you for such a wonderful and excellent work keep it up though its awesome

Buy Phentermine Online dijo...

WAO its totally indifferent i'm so impressed the way you presented this

domingo, mayo 30, 2010

Los declaro vauquita y mujer.

Nunca había tenido suerte en el amor. Las estaciones pasaban, una atrás de la otra, y mi vida sentimental seguía sin encontrar su rumbo. Había perdido toda la fe: nunca iba a encontrar a esa otra mitad significante para mí, estaba resignada a vivir lo que quedase del camino en soledad.
Llegó un punto en mi vida, que hundida en una profunda depresión, decidí tomar el camino fácil: entregarme a los vicios. Es así como me volví azucariómana. Consumía kilos y kilos del grano blanco cristalizado. No podía visitar café o bar sin robarme todos lo sobrecitos que me fuesen posible, así como tampoco visitar amigos sin querer lamer sus cucharas una vez que terminaban de revolver su te.

Mi vida se desmoronaba, mi ropa se hacía jirones gracias a los kilos que había engordado y estaba hecha una yonki de la glucosa. Varias veces fui ingresada a las guardias de los hospitales en un coma diabético. La última vez fue la peor, y es ahí donde el Estado decidió enviarme a una clínica de rehabilitación.

Pasé meses alejada del vicio, conociendo gente. Sus cuerpos, de los cuales cada uno cargaba un diferente grado de severidad adictiva, se apilaban uno atrás del otro, sea para ir al baño, para ir a buscar la comida o para asistir a las terapias grupales. Nunca pensé que podría ser así, pero puedo afirmar que estas últimas cambiaron mi vida. Ahí lo conocí. Su cuerpo era marrón y cuadrado. No podía evitar mirarlo sin querer lamer cada centímetro de su azucarado cuerpo. Era una Vauquita, la tableta de dulce de leche, que performaba como orador en las terapias grupales, intentando mostrarnos como vencer la tentación. También era sponsor de muchos de nosotros.
Y ahí me tocó a mi. El me ayudaba a mantenerme al límite de la tentación y yo iba enamorándome de a poco. Día a día, minuto a minuto, se iba transformando en una obsesión. En un momento todo fue demasiado para nosotros, perdimos la cabeza.

Salí de rehabilitación y me fui a vivir a su departamento: una caja amarilla y marrón, decorada con dos vacas pintadas en blanco sobre la pared. Era un monoambiente, pero acogedor. Vauquita, la tableta de dulce de leche perdió su trabajo, pero poco le importó. El amor era más fuerte.
Al tiempo nos casamos y el cura vivó: "los declaro vauquita y mujer". Nos fuimos de Luna de Miel, no importa donde. Es lo menos importante del relato.

Lo que si tiene relevancia, la verdadera relevancia, es que el zorro no cambia sus mañas. Sucedió todo a la semana de estar viajando. No pude resistirlo: comí a mi marido a pedazos. Fue mientras dormía. No pude soportar su azucarado cuerpo, rectangular, marrón, cargado del dulce de leche más excitante alguna vez creado por el hombre. Lo devoré, pedazo a pedazo. El parecía estarme agradecido.

Decidí no volver. Viajé por el mundo, bajó mi nueva identidad: una viuda negra. Me casé con chupetines, chicles, tuve sexo con Bananitas dolcas y Marshmellows. Todos tuvieron el mismo final: una petit mort literal. Sólo estaba con ellos para devorarlos a pedazos y saciar mi instinto de azúcar.

Estoy escribiendo mi declaración final. Evidentemente, estaba destinada a vivir el resto del camino en soledad. La policía aun no me ha encontrado.



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Nahuel Coca dijo...

Cuerpo cuadrado y marrón? Me trae recuerdos mojados de una noche de verano.
Yo estuve rosqueando un tiempo con una rueda de Mecano. "Sos muy hexagonal", le decía yo. "Vos sólo me querés para una cosa", me decía ella cada vez que me veía enroscado. Un día caí sin avisar y me estaba engañando con una arandela. La golosina me salió torta. Me la comí, pero ya no me la como más. Fue dulce mientras duró.

Nacho Cortés dijo...

no me gusta la bauquita... demasiado empalagoza

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Yo conocí a su hermano, era un poco más redondo y regordete, pero entiendo lo que te encantó de él... en escencia son lo mismo :)
Vauquita ♥

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M. de Floresta dijo...

Me identifico con todo en un todo, pero lo de la bananita dolca, que quiere que le diga... me impresionó!
Igual, como vicio, es uno de los mejorcitos, eh?
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y? probó el alfajor vauquita capuccino? ;) :)

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Y si probas con un hombre salado?...

Cima dijo...

buenisimo relato
espero que no tengas diabetes

Anónimo dijo...

Muy bueno

Tomás Münzer dijo...

"Esa vaca tiene mu, esa vaca tiene mu..." Es esa no¿? Ya con esa propaganda me sacaron las ganas de comprarlo al alfajor, aunque esté rico.

m. dijo...

No saben lo que es el muffin.

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