Naturalizar

Ayer fui al teatro porque, mi tía abuela que fue actriz y ahora es adoradora del Sai Baba me las regaló. Eran para la última función de "Visitando al Sr. Green", la cual debo decir que me gustó mucho (a pesar de no ser una experta en el tema de las artes escénicas). Mientras esperaba que empiece la obra, me puse a hablar con mi mamá y mi abuela no sólo sobre el Sai Baba, sino sobre otras cuestiones de Fe como los Jabad Lubavich y la creencia a Dios. En medio de la charla y las cosas que se dicen este fue uno de los highlights:
Conclusión mia:
*Quien tiene a Dios no va al psicólogo.
*Quien va al psicólogo, es porque no tiene a Dios. Claramente yo me encuentro en este último grupo. (Considerar dentro de este grupo a la gente que se analizó durante muchos años, los que se analizaron y siguen con su vida irresuelta, los que tuvieron intermitencias, los que van al psiquiatra. )
"La biblia" o "La interpretación de los sueños", esa es la cuestión.
Frente a este tema mi mamá afirmó:" Por supuesto que es así, si rezás no tenés otro problema del cual ocuparte...porque...estás rezando y limpiando tus culpas en vez de solucionarlas."
Seguimos hablando, y la gente nos miraba con cara rara.Mi abuela decía: "Escuchame nena, hablemos de otra cosa". Debate va, debate viene hasta que se me escapó un "La relación con el psicólogo es prostibular. O sea, vos vas a un tipo y le pagás para que te escuche hablar y te haga creer que estás resolviendo tus problemas. Si te ponés a pensar, la relación con la fe también es prostibular porque uno va y deposita el diezmo de cada religión para comprar la quietud y pureza del alma. Esto es a lo que nos lleva el capitalismo, a entablar relaciones puramente prostibulares con el mundo", a lo cual la pareja que estaba sentada adelante mio (mediana edad, clase media, todo muy medio) estalló de la risa y el señor me miró y me dijo: "sos divina". No pudieron dejar de reirse como por 3 minutos y yo los miraba con cara de "que copada que soy", y claramente ellos pensaban que era copada y me querían sacar charla.
Empezó la obra, lloré de maricona que soy. Reflexioné y todas esas cosas que hago cada vez que consumo un producto de la industria cultural.También me indigné porque me quisieron cobrar $8 un cartoncito de medio litro de Citric.
Mi mamá me dice "conocés esta cuadra, no?". "Como la palma de mi mano" le respondí (la cuadra de la Bond Street). Yendo camino a Santa Fe, una cola interminable de hombres asomaba: petisos, gorditos, pelados,clase media, clase baja, con pilcha de jugar al golf los domingos, jóvenes, viejos, cara de pajeros, cara de boludos, con acné, con antejos. Había para todos los gustos y colores. Estaban haciendo cola para entrar a un cabarulo. Me quedé mirándolos y no pude no vaciar de sentido esa situación, y obviamente mi mamá tampoco.
Seguimos caminando y fuimos a sentarnos a una confitería en Santa Fé y Callao. Y ahí estába.
Me senté y pedí un pancho de esos que les agregan mil cosas, pero sin salchicha. Y no podía parar de mirarla.
Estaba sola ahí sentada un domingo a la noche, en Santa Fe y Callao, leyendo un libro, el cual después, cuando lo cerró, pude ver que era "Niebla" de Miguel de Unamuno. Yo la miraba y ella permanecía ahí, inmutable. Mi mamá también la vio y me dijo : "Mirate a vos dentro de unos años" y le respondí: "Si, ya lo se. Gracias por decírmelo, PORQUE LO HABIA NOTADO"
Durante toda la noche no pude sacarle el ojo de encima. Ella también nos miraba a nosotras, tímidamente, al principio. Hasta que en un momento cruzamos miradas: en la de ella había la tristeza, soledad, resignación y dolor: la tristeza, el dolor y la resignación del estar solo y no tener con quien compartir e irremediablemente aceptar lo que uno tiene, porque es lo que es y nada más. En la mia había temor: el de tener algún día esa mirada.
Luego se acercó un mozo a su mesa y le dijo: "Y...¿pudo escribir algo?", a lo que ella respondió mostrándole una hoja doblada llena de letras y palabras. Luego pidió un plato de ñoquis.
Y luego me fui, fingiendo que estaba bien y que nada me había pasado. Y la vida siguió corriendo.